La serie de pinturas y objetos denominada “Mapa de un lugar inexistente” (2012-13) comienza con una pregunta: ¿Qué pasa con las asociaciones subjetivas, recuerdos o la forma en que experimentamos un lugar?. Estas obras buscan despertar una reflexión acerca de nuestro imaginario territorial y nuestra capacidad para representarnos a nosotros mismos en el espacio. Así aparece el mapa como elemento creador de espacios y productor de realidades particulares.
El mapa como una forma de visualizar lugares utópicos, lugares físicamente inexistentes.
Estos mapas no pretenden guiarnos a ninguna parte; no son, en ese sentido, itinerarios, recorridos; son más bien mapas para perderse del espacio físico, y encontrarse en un espacio mental y subjetivo.