La cartografía de la experiencia subjetiva


En el núcleo de nuestra existencia cotidiana, los hogares actúan como catalizadores
de recuerdos y experiencias, encapsulando lo que podría llamarse la «cartografía de
la experiencia subjetiva». Este concepto se refiere a un proceso mediante el cual
diversas narrativas, tanto orales como escritas, configuran y sostienen la identidad
personal.
Surge entonces una cuestión fundamental: ¿Qué sucede con las asociaciones
subjetivas, los recuerdos o la manera en que experimentamos un lugar? En este
ámbito, los mapas convencionales y los datos satelitales se vuelven inútiles, pues
no pueden captar la complejidad de nuestras vivencias internas. A partir de las
obras se invita a pensar que el hogar es un espacio que no puede ser íntegramente
descrito y pensado desde el plano objetivo. Más bien, el hogar parecería estar
asentado en la misma experiencia humana del espacio.
Propongo que objetos simbólicos como maletas, fotografías o incluso personas
pueden funcionar como “posibilitadores” de la experiencia subjetiva del hogar,
proporcionando un sentido de arraigo y pertenencia. Siguiendo la visión de Gaston
Bachelard, las casas se presentan como nodos de imágenes dispersas que gravitan
alrededor de la idea del hogar. Esta perspectiva nos invita a considerar que el hogar
puede ser cualquier refugio que nos ofrezca protección y contención para albergar
nuestra parte más íntima, así como un espacio para la preservación de la dignidad
de sus miembros y un soporte esencial para la constitución de la subjetividad.

Los hogares pueden manifestarse en diversas formas: caravanas, barcos, tiendas
de campaña o, en algunos casos, pueden no existir como estructuras
arquitectónicas definidas. Esto plantea una interrogante crucial en un mundo cada
vez más globalizado y marcado por movimientos migratorios constantes: ¿Cómo
entender el carácter identitario y constitutivo del hogar en estos contextos?
Mi producción artística explora estas cuestiones, desafiando la noción tradicional del
hogar como un espacio físico concreto y enfatizando su papel en la formación de
recuerdos, actitudes, creencias , vínculos emocionales y regulación afectiva (Nine,
2018).
En última instancia, la experiencia del hogar trasciende la mera estructura física de
una casa. Se arraiga en un entramado complejo de recuerdos, objetos y relaciones,
que juntos configuran nuestra experiencia subjetiva del espacio. Esta comprensión
del hogar como un constructo emocional y simbólico, abre nuevas perspectivas para
interpretar cómo nos relacionamos con los lugares que consideramos seguros y
queridos. Mi producción artística, en este sentido, busca hacer visible esta
dimensión íntima y subjetiva del hogar, invitando al espectador a reflexionar sobre
su propia cartografía emocional.